Los días que no pasaron


Una tarde de domingo podía ser también de sábado o martes.
Perdimos la noción del tiempo. No hubo necesidad del tiempo.
Si los días se fueron o vinieron, no era de nuestra incumbencia.
Los segundos eran sus manos danzando al ritmo de su dislalia selectiva.
Los minutos, mi nombre en sus labios seguido de una ese arrastrada
que le pedí una y otra vez, como un niño que suplica cinco minutos más en el parque.
Las horas, besos que no vi venir en el dorsal de mis muñecas, siempre imparcial entre ellas.
Las noches y los días, nuestros ojos acomodados en la misma avenida en direcciones opuestas.
Los meses y los años, estos en los que ahora no está
y yo vuelvo a comprender lo que significa una tarde de domingo.

Jardines de Luxemburgo - París. Noviembre 2 de 2016. Una de esas tardes de lunes, miércoles o domingo. En los buenos días nunca se sabe.


Comentarios

Entradas populares