Dharma de un Te quiero

Cada nacimiento trae consigo un propósito que idealmente no debería ser truncado, es algo así como el ciclo de las cosas, porque cuando se descartan, quedan ahí, tirados, como los juguetes de los niños que no dejan pasar, regados por todos lados, luego, es muy posible que otras cosas tropiecen y caigan. Por ejemplo, un día nació un Te quiero precedido por un FYI que no llegó a su destino, ahora anda fastidiando gatos a media noche, impidiendo el sueño reparador de los vecinos y desencantando estudiantes en clase de seis... que alguien le lleve a feliz término, ¡por favor!.


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