Hadas a cuatro manos y dos narices

En la receta para lograr hadas para el mundo, la madre de las ninfas me dijo que no podía ser una, que tenían que ser de a dos, porque la labor de las hadas solo es posible a cuatro manos y dos narices. Y fue ahí entonces que tú me elegiste, que yo te elegí, o que nos elegimos mutuamente. Para así ocupar las hojas secas del bosque, los manantiales moja zapatos, los gatos que pisan cabezas a las cuatro de la mañana, las mariposas y las luciérnagas. Yo en especial elegí las tortugas. Las de Julio Cortázar que tienen alas de golondrinas. Y tu me acompañaste cantándome al oído cada mañana "lento y constante se gana la carrera". Acá vamos ninfa, voy a soltarme también el pelo, me voy a poner tus colores y te alcanzaré para cruzar juntas más puentes.


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