Orgullosas cicatrices

Y continuando, te dije que también están ciegos los dedos, pero ellos sí por voluntad propia y oposición decidida, no quieren ver si pueden acariciar esas liniecitas carrasposas. Los cinco, los diez, como uno, suben y bajan sobre las grietas masilladas. Nadan a sus anchas muy cómodos los forasteros. Desde lo alto divisan la cadena de formas, que ahora tatúa una suerte de... ¿qué dices tu?: ¿tortuga con alas de golondrina? ¿elefante engullido por una serpiente? ¿bombilla que flota en Brooklyn? en todo caso sí, orgullosas cicatrices (las de Isabel Allende).

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