Yo también - Me too - Moi aussi

Cuando por causalidad, porque poco me interesa la farándula, vi la noticia de las denuncias a Harvey Weinstein, me resultó inesperada la forma en la que me identifiqué. Pensé en que también me pasó y en lo asqueroso que se siente cuando al final incluso uno termina cediendo. El tema se viralizó en twitter y ahora mujeres comunes y silvestres como yo nos animamos a contar (-le a alguien o a nosotras mismas) que también hemos sido víctimas de acoso sexual muy a pesar de que la mayoría entorne los ojos y diga: exageradas, no es para tanto. Al final esto que escribo será leído por unos pocos, pero al menos yo habré encontrado el lugar y el contexto para lo que necesitaba decir (me) hace tanto. 

Siento susto, mucho susto.

En su momento parecía muy normal y todavía me cuesta creer que no fue mi culpa, además porque me es incómoda la posición de víctima. Pero hay que aprender a reconocerse también en ese lugar, ni siquiera por uno, sino por las víctimas que vienen.

Cuando estaba en en el colegio, el profesor de ética me vio mordiendo los lápices y me dijo que tenía tendencia al sexo oral. Me dio asco que se refiriera a mi en esos términos y lo dejé ir.

He tenido muchos jefes y una vez tuve uno que abusaba (psicológica y sexualmente) de algunas de sus empleadas. Yo sabía de cuatro. El tipo era bien inteligente porque tenía estrategia para el asunto, sabía cómo hacerlo para no pasar por agresor y sobre todo para al final decir que las cosas sucedían con consentimiento. Yo fui una de esas, siempre me costó definir lo que allí pasaba. Cuando al fin pude verlo desde afuera, entendí que ese jefe con clara intención estaba usando su posición y las posibilidades que desde su rol tenía; estaba abusando.

Él no se ponía la bata de baño de Harvey sino una de ídolo. Al principio se gana tal admiración como profesional, como jefe, como persona que cuando de a poco se empieza a caer esa bata, uno vuelve y la sube porque como al padre que abusa, hay que encontrarle excusas para disculparlo. Hasta que la hija crece y con dolor deja que la bata al fin se caiga.

Una vez me llamó a su oficina, se me acercó, me besó, me puso contra una pared y yo no hice más que pensar: "no quiero que se enoje conmigo", "ya pasará", "no es para tanto", "es solo un beso". En esa ocasión yo tenía pareja y corrí a contarle lo que había pasado. Estuvo furioso conmigo, yo también lo estuve. Me sentía bruta y tibia por aceptar y callar todo aquello.

No solo abusaba sexualmente, la peor parte era la psicológica. A menudo había que ser testigo de cómo se refería a las mujeres (incluida su esposa), sobre que hay que seducirlas cuando están atravesando un mal momento y cosas así. Concluí más de una vez que lo suyo era misoginia. Nunca oí tantos malos tratos en una oficina ni que un jefe se obstinara en reducir a gritos a sus empleados. Lo hablé con amigos y me comentaban que eso pasaba en muchas partes. Para mí era la primera vez y hasta ahora la única, pero se volvió algo tan normal y paisajístico que ahora mismo me pregunto si es para tanto. Pero en definitiva, ¡es para tanto!. 

Me inquietaba no tener claridad sobre lo que yo debía hacer, no quería que más mujeres que llegaran a ese lugar corrieran con la misma suerte, pero no quería desgastarme en un rifirrafe en el que seguro ganaría él. Aún así le pregunté a un abogado laboral, pero este básicamente me dijo "déjalo así", lo consulté con una amiga y también me dijo "déjalo así".

Convencida, a mi misma me dije "déjalo así" que no tienes autoridad moral para mencionar el tema: no pasás del doble sentido, tomás la iniciativa en las relaciones de pareja, le andas diciendo al hombre que te gusta: "que te gusta" y usas Couchsurfing. Cómo se me va ocurrir a mi que con ese prontuario tan poco recatado puedo declararme acosada sexual, en últimas si hasta me lo busqué.

Me fui de ese lugar, tomé distancia de mis culpas, del dolor y de la rabia. Pero desde acá más liviana y con la objetividad que todos esos abandonos da, estoy más segura que nunca de que por nada del mundo todo aquello que sucedía o sucede con este hombre y sus trabajadoras fue o es normal. Es enfermizo, es misoginia. No puede ser que una persona desde su posición de jefe se dedique sistemáticamente a insinuarse a mujeres en calidad de empleadas en donde no puede tener certeza de que en caso de "ser correspondido" no se hace por una razón diferente al miedo. Eso se llama abuso.

Recuerdo algunas de las últimas palabras que me dijo: "lo mejor es que no hablemos con nadie del tema".

Es difícil sentir que se te toma en serio en estos casos, y no temerle a eso. Es solo una historia que no pasará a otras instancias, una historia que ponerla en letras a mi me libera. Me libera de la vergüenza que no debería sentir yo, sino él.

"Muchas mujeres están compartiendo sus historias de acoso y violencia (abuso) sexual usando #YoTambién #MeToo #MoiAussi. Yo me uno, porque los problemas más peligrosos son los que no se ven, y mientras nos sigamos guardando estas historias solo para nosotras, el resto del mundo seguirá creyendo que la culpa es nuestra, que somos unas exageradas, que no es para tanto.

No, señoras y señores (incluyo a las señoras, porque conozco a más de una mujer que cree que el feminismo es una idiotez, y no se da cuenta de que al feminismo le debe el hecho de poder compartir su opinión en voz alta). No somos unas exageradas. No nos lo buscamos. Y sí es para tanto… es para mucho más.

#YoTambién he sido víctima de acoso sexual. Y #YoTambién creo que un mundo más justo sólo será posible cuando las mujeres podamos vivir sin miedo. Que la culpa y la vergüenza no sean nuestras, sino de quienes nos acosan."*

*Tomado de http://www.cualquiercositaescarino.com/yo-tambien/. 


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